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SAN FRANCISCO Y EL HERMANO LEON
MEDITANDO SOBRE LA MUERTE (GRECO)

     

Existen casi cuarenta versiones de este asunto entre las salidas del pincel de El Greco, de su taller y diversas copias o falsificaciones, incluso un grabado de mano de Diego de Astor. Esta avalancha de imágenes de san Francisco corresponde al acierto en el mensaje del santo, que expresa con simpleza y emotividad la importancia de la penitencia y la meditación sobre la muerte, elementos claves para el espíritu contrarreformista imperante en la España de Felipe II. San Francisco siempre aparece arrodillado, de frente, portando entre sus manos una calavera a la que dirige su mirada y sus pensamientos; a sus pies hallamos al hermano León en actitud orante. Ambas figuras se encuentran ante una gruta, apreciándose ligeramente el cielo nuboso en una esquina del conjunto. Las figuras comienzan su proceso de alargamiento y pérdida de anatomía que caracterizará la pintura de Doménikos, empleando un canon de uno a nueve – la cabeza es la novena parte del cuerpo cuando el canon clásico establece que será la séptima parte – mientras que los pliegues de las gruesas telas «engullen» la anatomía de las figuras, eliminando toda referencia a los cuerpos de los personajes. Como bien dice Cossío, ésta es la imagen «más original y más castiza entre las pintadas por El Greco (…) pero también la más lejana de aquel trovador de Dios, dulce y humano, y de los serenos frescos que inaugurando el ciclo le consagró Giotto en Asís»